Esta vez no dejaste nada de pelo para que yo lo descubriera tras tu partida. Lo busqué. Encontré otros rastros. En mi pecho: te me metiste dentro, revolviste y te enganchaste a los pulmones. Pusiste un imperdible en mi corazón. Y te fuiste.
Y ya no existe tu cuerpo.
Y me ahogo en mi propia sangre.
Desinteresadamente volverás, sonriente, tendiendo tu mano. Me lavarás, me peinarás.
Y te peinarás. Pero, de nuevo, como está siendo habitual, no dejarás olvidado nada de pelo para que yo lo descubra a tu partida.
domingo, 20 de noviembre de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario